Y LLEGÓ EL VIAJE

Quería pasarmelo muy bien. Sabía que iba a ser difícil dejar todos los sentimientos a un lado y vivir el momento como si no sintiera nada por ese lugar. Cada rincón me traía un recuerdo. Eso sin pensar en el lugar en el que me encontraba.

Cada rincón despertaba en mi mente un sentimiento, como cuando te llega un olor y tu mente lo asocia a algo.

Lo peor, el camino hacia el cementerio y el ver que otra vez no podía llegar. Sentía que le fallaba. Cuando me puse delante de la Iglesia mi corazón dio un vuelco. Pude ver como se iba el coche con ella dentro bajo un enorme aplauso.

He querido ir tantas veces durante estos dos últimos años que me sentía como si estuviese cumpliendo un sueño. Como si fuera una cosa que debería cumplir, como si me quitara un peso de encima.

El portal, las iglesias, el banco, el parque, tú... todo me recordaba a otro tiempos: Un tiempo feliz que cambió hasta llegar a ser realmente una pesadilla.

Quizás este viaje haya marcado un punto y aparte; quizás sólo un punto y seguido. Quizás no haya servido de nada.

Nadie nunca lo llegará a entender. Pero para mí todo eso es demasiado importante.