Mi punto fuerte mi sonrisa, el suyo su mirada...
Sus ojos se perdían en mí, parecía no haber nadie más junto a nosotros.
Serio, no dejaba de mirarme, sabiendo que esa mirada iba a calar hondo con el tiempo y que conseguía extraer de mí aquello que tanto deseaba: mi sonrisa.
Me miraba, pero parecía no aguantar mucho, agachaba la cabeza y sonreía, reía. Cuando me tocó hablar me dirigí a él, conseguí mantenerle fija la mirada, no habia nadie más en la sala en nuestra mente y una vez comencé a hablar, agachó la cabeza y no fue capaz de mirarme.
Estratégicamente me quedé hasta el final, salí la última de aquella sala, todo estaba planeado, todo controlado y sus ojos volvieron a clavarse en mí. De nuevo me pedía que le regalara aquello que tanto apreciaba, mi sonrisa, que se la ofreciera y así lo hice.
Cuantas miradas y cuantas sonrisas, quedan perdidas con el tiempo.
ResponderEliminarSensaciones en su momento, pero nada + que eso.
Un saludo muy cordial. maric.
Estupendas tus reflexiones.
muchas gracias maric me alegro de que te gusten.
ResponderEliminarEs cierto, cuantas sonrisas y cuantas miradas me hicieron feliz en un momento dado...