martes, 27 de septiembre de 2011

COSAS RARAS

A ver os cuento para que os riáis un rato:

Hace unos días (y seguimos igual), lo estaba pasando muy mal y un "amigo" me dijo que me invitaba a tomar algo en su nueva casa para enseñármela esa misma tarde.

Tras varías insistencias por su parte y varias negaciones por la mía, llegué con él a un trato: le llamaría más tarde y ya le daría una respuesta definitiva.


La verdad es que me apetecía cambiar de aires porque me conozco y sé que yo solita soy capaz de hundirme, así que pensé en decirle que sí.

Le llamo y le digo que sí, que me apunto al plan.

Jamás averiguaríais como continúa la historia. La verdad es que hasta yo misma me quedé perpleja. Que dé gracias de que yo no estaba, ni estoy, en mi mejor momento porque si no, mi vena chulesca hubiera explotado y por consiguiente saltado por los aires...

¿Estáis preparados para seguir leyendo? Yo os aviso eh? jeje

Bueno, pues el chaval se hizo el remolón y va y me dice que está fuera de viaje y que va a estar unos días fuera y que - aquí viene lo mejor- no tiene nueva casa.

Como comprenderéis, yo alucinaba en colores y de repente empieza a darle la vuelta a la tortilla y a hacerme creer que yo le había invitado a él...

A ver que a veces se me puede ir la pinza, pero no tanto... le aclaro esto último y al final se rinde y me dice que es que ya no le hago caso y que él no quiere eso...


Por favor, que alguien me explique si esto es normal o es que yo me estoy volviendo loca!!

Ale, ya os habéis reído bastante? jejeje, pues otro día más.

sábado, 24 de septiembre de 2011

LO GUARDADO

A veces no nos acordamos de las cosas buenas que nos han pasado.
Algunas imagenes se nos quedan más grabadas en la mente que otras y esto hace que al recordarlas más a menudo olvidemos una gran cantidad de escenas que pueden ayudar a sacarnos una sonrisa. Incluso lágrimas.

Dicen que el tiempo ayuda a entender las cosas, dicen que es el mejor para poner las cosas en su sitio. Cuando recordamos ciertas escenas de nuestra vida pasadas un tiempo, podemos descubrir pequeñas connotaciones que antes no nos habíamos dado cuenta.

Añorando el pasado me sentía triste, pero de repente, he pasado de añorar el pasado a admirarlo y utilizarlo para vivir el presente de una mejor manera.

Mi vida continúa, y todos esos recuerdos voy a seguir aumentándolos. Serán buenos y serán malos, pero siempre entre ellos podré deducir cosas e incluso sé que me sacarán una sonrisa.

¿Utilizar el pasado para entender el presente y saber afrontar el futuro?
¿Disfrutar del presente conociendo el pasado?

Preguntas en las que quizás no todos tengamos las mismas respuestas, pero una cosa si he aprendido en este tiempo: DISFRUTAR DE LA VIDA.

Quiero disfrutar de la vida al máximo, hacer lo que dentro de mis posibilidades me apetezca en todo momento y en la mejor compañía posible en cada ocasión, diferente en cada momento. Dar mi amor a las personas que quiero, leer historias que me fascinen, disfrutar de un beso, de un refresco en una terraza, disfrutar de una mirada ante mi cuerpo...

EXPRIMIR MI VIDA AL MÁXIMO

¿Os apuntaís?

domingo, 11 de septiembre de 2011

V = S/T

Cuatro horas, cuatro horas me separaban de la realidad.

Tenía un mal sueño del que quería despertar cuanto antes, una pesadilla que se alargaba en el tiempo.
Sentía que una vez tras otra chocaba mi cabeza contra un muro, un muro que hacía que rebotara, pero que no me dejaba avanzar. Gran ingesta de relajantes calmaban las magulladuras provocadas por el muro.

Cuatro horas me separaban de la realidad.

Mi mente repetía una y otra vez un aguanta que se ahogaba en mi cabeza bajo las últimas lágrimas que se dejaban ver por mis ojos.

Fuerte como un roble me hizo caso, aguantó hasta vernos, nos esperó, no quería irse sin vernos, sin despedirnos de nosotros.

Horas antes el muro se había hecho más fuerte, más duro, más difícil de atravesar. Me sentía inútil, enana, diminuta ante el hecho de que nadie me escuchara, de que nadie me hiciera caso. Mi mente inventó una excusa, algo reconfortante para ella. Pero como acabo de decir, solo eran ilusiones de una nieta deseosa de que todo fuera bien.

Cuatro horas en silencio, recorriendo kilómetros y kilómetros, jugándonos la vida ante una vaga concentración. Mis ojos se cerraban, quizás así el viaje se haría más corto. Cuando mis ojos se abrieran, todo habría acabado. Mi mente recreaba las canciones de los móviles que anteriormente habían sonado. Miedo. Deseaba que no sonaran. Miedo de escucharlos sonar por el camino. Miedo de no llegar a tiempo. Pánico.

Pasadas esas horas la pesadilla se abrió ante nosotros. En el silencio de la noche se oían llantos, lamentaciones, gritos de angustias...

Aún así aguantaste un poquito más para vernos.

Ahora que no te tengo siento orgullo. Orgullo de ver como todo el mundo te quería. Orgullo de tener tu risa. Orgullo de formar parte de ti.


Allá en el cielo disfrutas de todos los que ya no están. Ríes con ellos, les cuentas tus chistes y tus anécdotas.

Nosotros estamos un poquito más lejos de ti aunque yo te siento, te huelo... pero en algún momento volveremos a encontrarnos, mientras, hasta que ese momento llegue, te tendré siempre a mi lado, pensando que en cualquier momento aparecerás en el salón, como siempre tras la cena.

Gracias por haber estado siempre ahí. Por querernos, por darnos tu presencia.

Te quiero.